miércoles, 20 de junio de 2012

La sombra del ángel (2da. parte)




Los sueños han sido siempre un factor sobresaliente en toda la cuestión gótica. El maquillaje con tintes “mortuorios” de algunos personajes del cine gótico, nos hace rememorar, no pocas veces, a las pesadillas más terribles. Asimismo, en la estética gótica se reproduce como ícono, reiteradamente, uno de los motivos más movilizadores de sueños y desvelos en todos los seres humanos: la muerte.
Generalmente representada con ropajes negros, en contadas oportunidades vestida de blanco, la fascinación aterradora que provoca ha hecho correr ríos de tinta y kilómetros de film, en libros y películas que recurren a la exacerbación de los sentidos a través del miedo ante esa figura desconocida y espeluznante.
Ese miedo inevitable, o curiosidad morbosa, convirtió a un fenómeno psicológico (el Thánatos) en el leitmotiv de incontables obras.
Los sueños (“esas imágenes que desfilan en las paredes de nuestras células solitarias”), representan, para muchos de nosotros con alguna orientación mística, la puerta a un “otro despertar” donde diversas dimensiones se abren a nuestro conocimiento y nuestros sentidos que se hallarán durante los mismos, paradojalmente, “muy despiertos”.
Dicha incitación, casi mágica, ha sido utilizada por numerosos hombres de literatura, cineastas, músicos, y todo tipo de artistas a fin de “despertar” su sensible creatividad.
Sueños dormidos, sueños lúcidos, alucinaciones, viajes mentales, inducciones con químicos o con productos naturales, y muchas otras variables han sido atravesadas desde le fondo de los tiempos para conocer algo más del “más allá”. Ese interés mórbido sobre experiencias buscadas y temidas al mismo tiempo, fueron en muchos casos las musas de magníficos artistas de todas las áreas de la cultura, como Van Gogh, Poe, Baudelaire, Chopin, Liszt, Rachmaninov, Morrison, Lovecraft, Scott, Bowie, Le Fanu, Van Eyck.… y cientos más que abrevaron en las aguas fantasmales de lo onírico para dar a luz muchas de sus magnificas creaciones góticas.
Artistas, políticos, científicos, filósofos, psicólogos... hombres de todos los días…han tenido y seguirán teniendo una expectativa sobre la interpretación de esos mensajes metafísicos.
Como dije, uno de los temas más utilizados en la cuestión gótica, han sido y serán los sueños y su órbita tremendamente hipnótica y seductora. La lucha entre “la gran bestia” y el "mesías mundano” que todos llevamos dentro ha sido permanentemente uno de los territorios tabúes que, más allá de cualquier orientación psicológica, filosófica, y/o religiosa, ha trazado un invariable paralelo entre la veneración profana y la espiritualidad más ortodoxa, en medio de un mundo que se debate, día a día, entre la sombra del ángel y el ángel mismo. Un mundo que parece derrumbarse frente a la tormenta de “hechizos” sexuales, polvo blanco, humo y alcohol.
Mundo, que según los críticos mas severos, se hace más tenebroso y temible y que “opera en el lado equivocado del cerebro”…, como si el ADN de la humanidad estuviera ineluctablemente condenado a ocupar la tumba de un suicida.


©® y RNPI de Susana Inés Nicolini 


martes, 12 de junio de 2012

La sombra del ángel (1ra.parte)







Desde el origen de los tiempos, el ser humano ha sentido una extraña, callada, y temida atracción por los aspectos más oscuros de la existencia. El dolor, la sexualidad, la muerte, la locura, en suma lo macabro, lo inefable de la mismidad, han determinado de uno u otro modo, alguno de esos aspectos en el interior de cada uno.
Dentro de la cultura inserta en nuestra sociedad se nos ha determinado cómo "debemos" ser, qué nos tiene que gustar, qué podemos decir y qué no... Se nos determinó "la verguenza" y "lo inconveniente", lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo. Es la sombra del ángel, que convierte la mirada sobre lo "diferente" en un extraño e inquietante sentimiento que, como en los cuentos de horror, nos atrae reveladoramente.
La estética gótica es, acaso, el presagio apocaliptico de los tiempos que vivimos.
Es una forma artística cuyas áreas de conocimiento atraviesan desde la música lírica y la historia de fantasmas, hasta la colorida fauna de nuestras ciudades, interpretando mediante una forma saturada de carácter sombrío y grandioso el sonido de la noche, los sueños, la mística, el amor, el dolor, la eternidad…con algunas obras de exquisita melancolía.
Es un “rumor” que cobra credibilidad a medida que se empuñan los días de nuestra historia, con una tradición romántica y decadente, influenciada por el extravagante lord Byron, el instintivo Poe, y el escandaloso Baudelaire.
No obstante, antes…durante mucho tiempo, algunas manifestaciones góticas disfrutaron de respetabilidad, sobre todo las que surgieron durante la época victoriana. En plena gloria del Imperio británico, los cuentos clásicos de fantasmas se leían tradicionalmente en las fiestas navideñas. Un ejemplo del horror británico por excelencia, cuyo carácter tétrico abundaba en sonidos de pisadas sobre pisos chirriantes, a lo largo de incontables bibliotecas, misteriosas mujeres vestidas de negro que desaparecían en la noche detrás de la niebla de los cementerios, los carros fúnebres que corrían “alados” tirados por mansos caballos, mansiones de paredes de madera que escondían secretos familiares insondables, y todo el fuego del cielo que fundía la tierra cuando las tormentas más furiosas azotaban la escena, formando la extendida dialéctica con la que se promovía el horror por aquellos tiempos.
Lo sobrenatural de todo ese bagaje intelectual nos sacude hasta hoy con obras impresionantes que tratan de recrear los pintorescos escalofríos de antaño, sin lograrlo del todo, aun utilizando las modernas técnicas visuales.
(Continuará)

RNPI Susana Inés Nicolini
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