viernes, 18 de junio de 2010

Padre nuevo

Hay libros cortos que
para entenderlos como se merecen,
se necesita una vida muy larga.
(Quevedo)

Intuyo un cierto padre y escribo... 

Suelo tomarme mi tiempo para las cuestiones vitales, ser un poco lento, meditar cual será el resultado del acontecimiento, y decidir –sotto voce- , o acaso “ad referéndum” qué cuestión es prioritaria en éste mar de momentos. Mi vida, por lo menos en su quehacer y también en el ámbito de relaciones ha cambiado en los últimos tiempos.
Por un lado en el trabajo diario me muevo en una amplia constelación de situaciones. El tiempo del que dispongo para vivir: hacer+pensar+sentir, se ha visto alterado, mutado y haciendo más difícil el buscar el bache que mi exterioridad activa debe ir dejando.
Algunas actividades, como el leer y contestar mails, o responder llamadas, cual si fuera el refrendar documentos, se han convertido en un atasco al que, de mala manera, voy dedicando retazos como una obligación más bien impuesta que un deseo. Dejaré caer de vez en cuando algunos textos, o imágenes, que me tocan, que penetran en mi vida y dedicaré el tiempo escaso a emocionarme con el encuentro tranquilo y pausado como contrapunto de una vorágine, de una montaña rusa que requiere el encuentro pausado para asumir lo hecho y lo vivido.
El tiempo es un recurso escaso, por lo menos en lo que a mi respecta, y toda decisión de hacer "A" supone dejar de hacer "B" o "J" o viceversa. No puedo, ni quiero, deletrear todo el abecedario, así que intentaré centrarme y dedicarme a las letras principales. Prefiero, ahora, dedicar momentos a estar y conversar, a pasar una tarde en compañía, a juntar pequeños trozos de vida para posibilitar momentos de encuentro más duraderos.
Por éstos tiempos intento ver lo que una decisión va a suponer y últimamente, coincidiendo con la cercanía de fechas significativas, como cuando se acerca un año más de “acumulación de juventud”, o con momentos de más calma, tan infrecuentes en éste hoy nuestro, o un día festivo para los sentimientos, tal éste próximo domingo (porque uno ve y siente más cerca la figura paterna interiorizada y asumida) tomo un nuevo rumbo vital: ser padre a ésta edad es milagro y es deleite.

Los viernes no son un mal día para decidir.

Así que los dejo amigos de la “noctámbula", palabras en servilletas, flores de papel tabaco, tiempos de largos bostezos, difusas noches de cafés y humos, cajones en orden, perchas sobrantes, madrugadas invencibles, lunas y copetines.
A todos los dejo. ¡Hasta siempre sempiternos!
Tengo brazos que tomar, mejillas que sonrosar, manitas para atrapar, e infalibles juguetes esparcidos que invitar.

Dirán: es flaqueza. Yo digo: es heroísmo.

1 comentario:

  1. Maria Emilia Donquer Duró23 de junio de 2010, 1:39

    Me he quedado embobada leyendo ésto. Cuanta ternura despiertan las imágenes narradas. Soy abuela y de pronto se me ha cruzado mi hijo por la mente. Eso que dices es cierto, hay edades en las cuales ser padres es heroísmo. Que bello todo, felicidades.

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Gracias caminante...llévate una rosa, para que te arome el andar...