miércoles, 30 de diciembre de 2009

Habitaciones privadas

Suena el viejo blues de la nostalgia, se quiebra otra partitura, como si el amor tan sólo fuera un contrato de noticias, como si canjeásemos unos desamparos por otros. O como si acaso fuera el corazón, un lugar pagado por unas horas, donde los mundos se hacen semejantes tan sólo porque los iguala la mediación de una fina pared, y el sonido de voces vecinas. Paredes que guardan confidencias, vidas transeúntes, nómadas, que por un instante recorren los pasillos de tu alma, y caminan el mosaico de un tiempo feliz. Cíclico y tan efímero que basta retirar las sábanas y las toallas que se impregnaron de ti para citar al olvido y para que el lugar vuelva a ser distante e impersonal. Lugares protectores, intensos, tan sólo en el momento en que alguien los habita, interpretándolos como ésos cometas que son. Banquetes de recuerdos a los que no acudes tú, olvidos reformados. Porque eso es lo que tienen las historias que no se acaban solas, que se exaltan, que se engrandecen y espesan llenas de supuestos y se tornan tal vez mas bellas por lo que no fueron. Paredes huecas... Huecas paredes… que cantan, que bailan. Que cantan… que gritan… y muchas, muchas veces lloran:
“Que empiece la burla de la monogamia para ser polígamos en serie, que las putas sean princesas y las princesas putas de monarcas ciegos, que más da, entre todos los naipes siempre hay una reina de corazones.”

2 comentarios:

Gracias caminante...llévate una rosa, para que te arome el andar...