martes, 1 de diciembre de 2009

agujas de nácar



Eran las mismas ramas del invierno
con su mansedumbre de hojas cuajadas,

y la misma plaza de bancos

lavando las eternas ráfagas.

Era el duende del mismo villancico
con la nota calada

en los caminos circulares

que la ronda fraguaba,

entre los picos en cruz,

y las saetas sagradas.

Era la misma mujer leyendo

sobre las alas de tinta

de aquel libro prestado,

buscando –como siempre-

la risa de una sayuela blanca.

Era el mismo sonido de tus pies

al pisar el camino de grava

mojada la frente, con la misma gota

quebrada.


Y era la misma sombra

larga y huesuda de las celosías

rugiendo sus agujas de nácar,

que, como a un amante, esperaban

tus cincuenta años, presintiendo,

oscuramente, que jamás volverías

porque jamás estuviste.

5 comentarios:

  1. Me encantò!!!!! muy bello !!!!
    Abrazos de luz Nory

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  2. ¡Que desarrollo y que final! Es muy bello el texto. Y me encantan las imágenes animadas al final de la página. Son un hallazgo.
    El fotógrafo

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  3. Bueno, de nuevo muchas gracias El fotógrafo. En realidad todo se trata de un minucioso trabajo de investigación, desarrollo, y montaje. ¡No es poca cosa! Y como soy obsesiva, jaja, trataré de mejorar...siempre...
    Cariños

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  4. Hola Anónimo:
    Muchas gracias por tus palabras. ¿Puedo saber quien sos?
    ¡Cariños!

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Gracias caminante...llévate una rosa, para que te arome el andar...