sábado, 19 de septiembre de 2009

Crepúsculo

Últimos días de setiembre y parecía el fin del mundo. El viento huracanado silbaba en las ventanas. Dentro: humo y almizcle. Algunos dólares se amontonaban en la bota de taco aguja. No era su edad, era ese no se qué derramado al azar, sin previsión ni preámbulo. Era ese mirar casual, esa boca que lo devoraba en cada abrazo, rodeándole el cuello, descifrando su tórax. Era lo que era. Inexplicable, intensa, obligatoria.
Piel de cristal, fría. Fría aun en los momentos de éxtasis. Los pulsaba como la cuerda de una guitarra. Un solo rasguido y quedaba tendido, yacente en el fondo de un mar de temblores.
Era un instante, los lunes. Un tiempo anodino e impreciso, sólo determinado por el ruido de la cafetera antes y después. Único sonido reconocible por su memoria entre una vibración y otra.
Veintiocho años lo separaban de ella. Veintiocho escalones imposibles de saldar. Sin embargo, ella, podía darle consejos que ni siquiera su madre hubiera acertado.
Su andar impecable se convirtió en un derrotero, a partir de ese día en que se encontraron en la esquina sur de la Plaza Del Solar, todo viento y revuelo. Estuvo a punto de caerse al suelo. El la detuvo a una baldosa de distancia entre sus maletines. ¿Quién lo hubiera dicho?, ¿Quién hubiera adivinado esa debilidad masculina detrás de sus lentes Gucci, su maquillaje imperceptible, su traje gris clásico y su intenso rojo en los labios…quién? Ella, era una ella más entre todas las ellas, y él, un vaya a saber qué entre la bruma de la ciudad grotesca e indulgente al mismo tiempo, en la monserga de una tarde feroz y negruzca.
El resuelto, distante, práctico. Ella lejana, imprevisible, aguda. Los dos carentes, disconformes, llenos de miedos y de inconfesiones.
Comenzaron a sucederse uno tras otro, los lunes de cinco meses. ¡Cuánto se amaron! ¡Cuánto se odiaron! Se fastidiaban mutuamente con abandonos y súplicas, con retornos y sobresaltos, con remordimientos y extrañezas. Desaprendieron a vivir sin ellos, se autorizaron a vivir con ellos. Se enseñaron mutuamente a reír y a llorar, a esconder y a develar, a la esclavitud y la liberalidad.
Pero llegó la conciencia inevitable, inexplicable, recurrente y aborrecida. Los almanaques quebraron sus diagramas y la cordura llamó a la puerta, sin pretextos ni piedad, a él lo arrebataron compromisos, caricias, hamacas y alimentos. A ella la llevó su oficio, la humedad del asfalto en verano, la misma insolencia embustera e implacable, la noche travestida de muchos más setiembres y octubres y febreros…huracanados o apacibles. A los dos los llevó la fatal agonía de las mansas costumbres, y la estupidez del prejuicio.

5 comentarios:

  1. Me encantò!!!! muy lindo!!!!
    Besos

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  2. Me gustó mucho mucho.
    Una vez más, una opinión: los escalones ¿estás segura que se saldan... o se saltan?
    La figura de los dólares amontonados en el taco aguja me parece una perlita literaria brillante.
    ¿Rasguito o rasguido?... si hablás de guitarras.
    Otra simpatía de mi parte donde dice: ...tarde feroz y negruzca. Un escritor de cuarta hubiese escrito gris. ¡Albricias por ello! Del mismo modo en: ...desaprendieron... y aprendieron... bella oración.
    Las comillas en "cordura" no me gustan.
    Por último, tengo dudas con la humedad del asfalto en verano. Me parece que en verano -precisamente- lo que menos tiene el asfalto es humedad.

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  3. Horacio: agradezco la opinión y los detalles.
    Es rasguido, definitivamente, he ahí un error de tipeo. Los escalones se saldan, en esta propuesta, porque representan la diferencia, acaso la deuda. La humedad del asfalto tiene relación directa con el agobio y la pesadumbre. En Buenos Aires, el asfalto y las veredas se humedecen en los días de mucho calor. ¿Escuchaste eso de "la humedad brota"? Además las licencias literarias permiten muchas cosas :-)
    Las comillas fueron quitadas, buena observación. Por lo demás, muchas gracias por tus elogios.
    Besos!!!

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  4. Este no lo había leído todavía, me recuerda mucho a "Nunca Inés", me gustó mucho y creo que va a tener que ser parte de tu antología.

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  5. Sr. Dawn, usted es uno de mis lectores más asiduos! Recuerda Nunca Inés, que bueno! Una obra única, y no es porque la haya hecho yo!!!jaja. Capaz que algún día la suba al blog. Veremos...
    Cariños

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Gracias caminante...llévate una rosa, para que te arome el andar...