martes, 4 de agosto de 2009

Sweet dreams...bad dreams (1ra.parte)


Llevar la sofisticada “etiqueta” de góticos nos es igual a vestirse de negro, ni el mero hecho de hablar sobre vampiros, escuchar música de clavicordios, órganos...o saberse de memoria cada una de las frases del sempiterno Nosferatu. La estética gótica siempre se ha relacionado con la subversión de la cultura, con poner todo cabeza abajo, pero la cuestión no es tan simple, ni se trata de un adjetivo para señalar a aquellos que delatan “las sombras” del ser.
Para tomar sólo algunas de las variadas facetas de la estética gótica, hablaremos, en éste capítulo, del terror, el horror, y los sueños.
Cuando la influencia política y cultural de los Estados Unidos comenzó a extenderse a Europa, lo denominado “gótico” hasta ese momento, como nombre genérico, pasó a estar fuera de moda. Se precisaba una nueva identificación, un nuevo “sticker” para éste género tan particular de la narrativa de tapas negras, y en especial en el cine.
La nueva etiqueta se llamó “terror”. El terror avanzó como género con celebridad e inquietando su público con una avalancha de películas y libros llevados desde Hollywood al resto del mundo, comenzando con el Drácula de 1931.
Muchos de los artistas góticos de la época sintieron molestia por esa nueva etiqueta que podía insinuar aspectos repulsivos o repugnantes.
En el escenario cultural de la época aparecieron muchos críticos que hacían lo posible por dividir las aguas, tratando de llevar a los más remilgados autores a trazar una línea imaginaria entre lo uno y lo otro.
Tales debates instalaron la necesidad de ir agregando terminología que intentó hacer tal separación, sin demasiado éxito. Así se “clasifico” el terror silencioso, el terror fuerte, el terror psicológico, el explicito, etc. Más adelante se consideró a lo gótico como sinónimo del estilo más digno dentro de la totalidad del género, ya que, de todos modos, lo gótico ofrecía un menú abierto a experimentar los excesos.
Anticipándose y con el propósito de ennoblecer el género gótico, Anne Radclife realizó una diferenciación determinante entre la emoción del terror y la condena del horror. Según ella misma, el “terror” despierta las facultades y expande el alma hacia una vida espiritual mas elevada, mientras que el “horror” contrae, hiela y hasta aniquila esas facultades. El horror está asociado a la repugnancia, el terror a la reacción menos negativa del sobrecogimiento; o dicho de otro modo: un “buen gótico” es psicológico, compromete la mente; mientras que un “mal gótico” es visceral, afecta al individuo de una manera más primitiva.
Siguiendo esta línea de pensamientos podemos entrar en un terreno más psicológico, que a su vez toca en lo profundo a la estética gótica: los sueños.

“No somos uno, sino varios. Somos al menos dos: la “persona” , la “sombra”. El hombre no es un ser único, si no doble; digo doble, porque mi propio conocimiento no va más allá de ese punto”

R.L. Stevenson – Dr. Jekill y Mr. Hyde

Gracias a nuestros sueños y al espectáculo que nos ofrecen, entran en escena, uno detrás de otro, un cierto número de personajes, de los cuales ninguno se nos parece del todo, como si no fueran realmente uno mismo, pero no nos son totalmente extraños. Ese conjunto de polaridades de “luz y oscuridad” constituye nuestro ser completo.
Entonces, como Janus, el legendario rey romano, tenemos dos rostros, uno junto al otro: un rostro aparente y un rostro escondido; una faz nocturna y una diurna; pero no necesariamente de espaldas el uno con el otro. Mientras no se entienda ésta dualidad, se reconozca y “se integre”, no puede comprenderse casi nada de ser humano, de lo que siente, de sus verdaderas razones, de las motivaciones de sus actos…ni tampoco sus elecciones.

1 comentario:

  1. Hola, estaba paseando por la web y me encontré con este blog. Me gustó mucho, como dice la autora, la estética. Pero lo que más me impresionó fue la musica que no conocía. Vendré más seguido jeje.

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