La Ciudad y la ilusión
(de mis saga:Ciudades Transparentes)
|
_¡Has llegado !
_Te esperaba -me dijo esa voz profunda-
_Cargas quizá con mucho más que la arena necesaria. Acaso eso te haya demorado tantas veces –agregó, para luego seguir hablándome sin detenerse.
El que te vea hoy, aquí, conmigo, sólo comprende el efímero presente. Está equivocado.
Yo soy la ciudad de las viejas postales, las que me representan como ya no existo, como era antes, porque para no decepcionar a mis habitantes hace falta que el viajero me elogie como a aquella de las tarjetas, cuidándose de mantener dentro de los límites posibles la pesadumbre ante mis cambios. Hay que cuidarse de mencionarles que a través de lo que he llegado a ser puede evocarse, con nostalgia, lo que fui.
Tan solo tú me ves de verdad. Yo te he convocado en complicidad con la perífrasis del tiempo y la memoria.
No digas que a veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre; que nacen y mueren sin conocerse, incomunicables entre si. Y que en ocasiones hasta las voces y las facciones de sus habitantes permanecen iguales, aunque los dioses que habitaban allí se hayan marchado sin decir nada, y en su lugar dioses extranjeros representen otra ciudad que por casualidad se llama como la anterior. No, no lo digas.
Sabes, a veces imagino las formas que hubiese llegado a tener si por otro albur no me hubiera convertido en esta.
En el mapa de tu imperio deberás encontrar el sitio de aquella ciudad real. No porque hoy yo no lo sea, sino porque como todas las ciudades soy una suposición. La verdad me encierra y por unos instantes me imaginan posible y un minuto después ya dejé de serlo.
A través del tiempo aprendí que el hombre camina día tras día entre los árboles y las rocas. Rara vez detiene su mirada en una cosa. Sólo cuando la ha reconocido como signo de otra: el arañazo en un árbol señala el paso de un tigre, la huella en la arena el camino de la caravana, la obscura nube la cercanía de la tormenta. Todo el resto del mundo es incambiable. El árbol y la roca son lo que son. La ciudad y su gente una apretada envoltura de símbolos que el azar ha dispuesto. El ojo no ve cosas, sino figuras de cosas que significan otras cosas. La mirada humana me recorre como páginas escritas y, como otras, yo manejo todo, digo todo, y el ojo retiene los signos con que me defino a mi misma.
Las ciudades somos redundantes. Nos repetimos para que algo llegue a fijarse en la mente del hombre. Cada una de nosotras dibuja tatuajes en la memoria.
La memoria también es redundante. Repite los signos para que cada ciudad empiece existir. El hombre sabio reconoce cada uno de ellos .
Para ti ya no puedo esconderme, en todo caso debo esconderme en ti para que el hombre no sufra, para que a través de su memoria repita lo que será.
Mi ruta no está marcada, sólo tu me ostentas... y me ocultas..., tras el velo de los ojos matizados de misterio. A veces ahítos de sueños, otras vacíos de arquetipos filiformes, en la zona más luminosa acaso de un mero libro, o de una inextricable obra de arte.
Ya no te será necesario que trates de comprender mis señales. Sólo el hombre que viaja y no conoce todavía la ciudad que le espera se pregunta por ellos: cómo será su templo, su casa real, su calabozo, el molino, el teatro y la estatua de su Dios. Mas cuando llega, como lo has hecho tu, la ciudad es quien conforma esa hipótesis, la que traes en la mente, hecha sólo de diferencias, sin figuras ni formas. Es entonces la ciudad la que rellena tus espacios particulares y te adopta.
Los sueños componen la obra o el azar aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas y cada cosa esconda otra. Los acertijos te subyugan. No tiene sentido tratar de adivinarlos, son los deseos o los temores los que dan forma a sus mutaciones, los que logran borrar tu ciudad o son borradas por ella. Todo el resto se te hace invisible.
Aquí, como en todas partes, las vidas secretas y aventureras están expuestas a mayores constricciones. A veces la línea más breve entre dos puntos nos es una recta, sino un zigzag ramificado en tortuosas variantes. Cada ciudad y su habitante se permiten cada día el placer del nuevo itinerario, acaso para ir a los mismos lugares, y así como hay calles a la vista, la compacidad de la ciudad y su habitante es también perforada por la aureola de galerías subterráneas.
A veces un mapa se traza indicado con tintas de diferentes colores, sólidos, líquidos, patentes u ocultos. Parábolas invisibles que desvían los caminos engañando. Remontar el espiral, rozar el pináculo se hace difícil. No obstante algo domina desde cada punto los senderos del aire. Alas quietas trazando espirales.
De nada valdrá negarse, tus pasos no persiguen lo que está fuera de los ojos, sino dentro, sepulto y borrado. Aquel espacio donde dibujaste recorridos entre dos puntos suspendidos en el vacío.
Cada ciudad es diferente: una es para aquel que pasa sin entrar, y otra para el que está preso en ella y no logra salir. Una es la ciudad a la que se llega por primera vez, y otra la que se deja para no volver.
Pero la ciudad, desde su paisaje esencial, imanta miradas, pensamientos e ilusiones, cual multiformes tesoros de un reino. Cuando la aprendes, irremisiblemente te conquista. En realidad, en este punto, ya ha abandonado las apariencias ilusorias y lo que te ofrece es una alternativa inexorable. Acaso, una victoria que has dejado de obtener en otro tiempo.
Si tu me has encontrado, entonces ve y vuelve, sale y entra cuantas veces lo desees, al fin es la misma cosa. El misterio de la eternidad, el regreso de las golondrinas, la indulgencia de la ola hecha onda, que más da si el mundo revelado tiene que callar para ser oído...
Si tu me has encontrado, ya no me desconocerás..., entra y sale, ve y vuelve cuantas veces quieras, si al fin soy ilusión, tal vez la mejor de las realidades posibles
En esa cuidad y esa ilusión yo he andado y también por un instante he visto todas las ciudades superpuestas, las que comparten espacio pero no dimensiones.
ResponderEliminarY vengo a leerte, y me da felicidad que lo has expresado como yo no habría podido.
Un beso.
Gracias por seguirme siempre con tus comentarios. Ciudades de ilusión... cuanto significado detrás de cada ciudad, esa palabra es en sí misma un significante lleno de matices.
ResponderEliminarPor cierto, hacía tiempo que quería comentartelo. Diary of a dreams es un grupo que me gusta mucho, sobretodo el disco "Freak Perfume"...
Estimada Susana Inés:
ResponderEliminarNo soy Blogger, soy periodista, y un lector avezado. Te vengo leyendo desde hace meses. Me parecés increíblemente talentosa. Tus cuentos y tus poemas atrapan desde el principio. Me deleito con cada uno de tus post. Susana, sinceramente considero que tienes un don. Quisiera contactarme contigo, sería para mí un verdadero placer poder hacer conocer tu obra un poco más. Te dejo mi mail, y te rogaría me escribieses.
Un saludo cordial.
Luis Joaquín Beiro
Critico de Arte y Literatura.
urenarib@codetel.net.do
Hola Sue!
ResponderEliminarDisculpame, lo siento... lo siento...
Se que estoy ausente pero no he podido remediarlo.
Solo paso a saludarte que se me hace tarde y a prometerte que mañana leo la entrada porque hoy no veo ya ni el teclado...
Un saludo eterno desde mi infierno.
Leer esta narración me trajo a la memoria la canción Hotel California… La verdad es que hizo volar mi imaginación por el misterio y lo desconocido. Me agradó. Muchas gracias por compartirla. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarConcuerdo con Salvador, la primera imagen fue la de Hotel California, una narración atrapante.
ResponderEliminarUn beso.
Humberto.
Un relato sugestivo y muy atrayente. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Epístola : que bueno verte por aquí. A mi me da felicidad que entiendas el núcleo de la historia de la Ciudad y que, por añadidura, la hayas "recorrido". ¡Magnífico! Me halagas.
ResponderEliminarUn beso a vos también.
Crvx Valar: ¡cuánto bueno por aquí! Me agrada muchísimo verte por mi blog, y es un placer, para mi, seguirte.
ResponderEliminarDiary of Dream: los aprecio como vos, me fascinan. Los he visto personalmente y te aseguro que erizan. Me alegro que coincidamos.
Un abrazo grande.
Luis Beiro: ¡Vaya sorpresa que me das! Te estoy sinceramente agradecida por lo que me escribís. Me halagas mucho. Prometo escribirte, a ver qué podemos hacer entre ambos.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme, seguirme y dejarme tan elocuente comentario.
Un abrazo
Una de cal…(Nieves) estás disculpada. Eres bienvenida todas y cada vez que vengas. Un placer verte por aquí, y te espero.
ResponderEliminarOne gothik kiss ;)
Salvador: Un honor tenerte por aquí. Gracias por pasar y comentar. Tus opinión es relevante.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para vos también.
Humberto: sí que me da alegría leerte y verte en mi blog. Lo mismo que le dije a Salvador, tus palabras me honran.
ResponderEliminarUn beso grande.
Hola Susana.
ResponderEliminarEntiendo que en parte hablas de la libertad de poder hacer cada uno su elección y llegar hasta donde alguien quiere y siempre que quiera.
La mayoría de las ciudades poseen un atrayente encanto y espíritu propio, que invitan de nuevo a visitarlas de nuevo y es como quedar atrapado en sus redes, siendo imposible deshacerse de ellas y cada edificio, cada pared, cada calle, no transmiten diversas sensaciones que en algunos casos son indescriptibles.
Gran relato y muy buen enfoque el que le das, debo felicitarte por ello.
Un abrazo.
Aunque los dioses que habitaban allí se hayan marchado sin decir nada, y en su lugar dioses extranjeros... Esta frase creo, engloba a todas las ciudades, pero esta en particular me suena tan mia..... Tan en la linea de que la ciudad se hace dia a dia y a la manera de quien la pasea o la observa, ciudad vacia o superpoblada, pobre y miserable o luminosa y clara... La ciudad que habitamos o visitamos es nuestra, es lo que nosotros queramos.
ResponderEliminarMe ha dado vida esta ciudad me ha recordado a mi amada Barcelona...
Un beso desde mi infierno Sue!!!!!
Por cierto esa foto tuya en la cabecera... Es Barcelona o Gerona? si no lo es, no pasa nada... pero es tan gotica!
ResponderEliminarla ciudad escondida ala que solo se puede llegar a ella con la percepción del espìritu , imaginarla quizas no sea suficiente , pero detenerse y habrirla con la llave del silencio si es posible , bello lenguaje lleno de misterio y metáforas , saludos y besos linda
ResponderEliminarPues ¿sabes qué?, voy a coincidir con Salvador y Humberto... y eso sólo significa que has sabido transmitirme el misterio y el deseo de volver a "tus ciudades" :)
ResponderEliminarun abrazo
Hola:
ResponderEliminarMe encanta tu estilo. Volvere a leerte.
Saludos
Cómo me gustan tus ciudades!!!! Laten. Te lo había dicho ya, no? Esta vez me sentí como tomando un café con una ciudad, una ciudad que me habla con la sabiduría de un viejo, quizás de un viejo oriental. Me quedo con la paz, con la experiencia, con la omnisciencia de esta ciudad que me aconseja sentada a la mesa de un bar.
ResponderEliminarUn relato muy sugestivo y atrapante.
ResponderEliminarMi ciudad no es la más hermosa o la más amada, pero sí la que más cerca está de mi corazón...
(estoy visitando tus interesantes blogs)
un abrazo