Eran las mismas ramas del invierno
con su mansedumbre de hojas cuajadas,
y la misma plaza de bancos
lavando las eternas ráfagas.
Era el duende del mismo villancico
con la nota calada
en los caminos circulares
que la ronda fraguaba,
entre los picos en cruz,
y las saetas sagradas.
Era la misma mujer leyendo
sobre las alas de tinta
de aquel libro prestado,
buscando –como siempre-
la risa de una sayuela blanca.
Era el mismo sonido de tus pies
al pisar el camino de grava
mojada la frente, con la misma gota
quebrada.
Y era la misma sombra
larga y huesuda de las celosías
rugiendo sus agujas de nácar,
que, como a un amante, esperaban
tus cincuenta años, presintiendo,
oscuramente, que jamás volverías
porque jamás estuviste.
Me encantò!!!!! muy bello !!!!
ResponderEliminarAbrazos de luz Nory
¡Que desarrollo y que final! Es muy bello el texto. Y me encantan las imágenes animadas al final de la página. Son un hallazgo.
ResponderEliminarEl fotógrafo
Bueno, de nuevo muchas gracias El fotógrafo. En realidad todo se trata de un minucioso trabajo de investigación, desarrollo, y montaje. ¡No es poca cosa! Y como soy obsesiva, jaja, trataré de mejorar...siempre...
ResponderEliminarCariños
hermoso , sublime
ResponderEliminarHola Anónimo:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. ¿Puedo saber quien sos?
¡Cariños!