Los sueños han sido siempre
un factor sobresaliente en toda la cuestión gótica. El maquillaje con tintes
“mortuorios” de algunos personajes del cine gótico, nos hace rememorar, no
pocas veces, a las pesadillas más terribles. Asimismo, en la estética gótica se
reproduce como ícono, reiteradamente, uno de los motivos más movilizadores de
sueños y desvelos en todos los seres humanos: la muerte.
Generalmente representada
con ropajes negros, en contadas oportunidades vestida de blanco, la fascinación
aterradora que provoca ha hecho correr ríos de tinta y kilómetros de film, en
libros y películas que recurren a la exacerbación de los sentidos a través del
miedo ante esa figura desconocida y espeluznante.
Ese miedo inevitable, o
curiosidad morbosa, convirtió a un fenómeno psicológico (el Thánatos) en el
leitmotiv de incontables obras.
Los sueños (“esas
imágenes que desfilan en las paredes de nuestras células solitarias”), representan,
para muchos de nosotros con alguna orientación mística, la puerta a un “otro
despertar” donde diversas dimensiones se abren a nuestro conocimiento y
nuestros sentidos que se hallarán durante los mismos, paradojalmente, “muy
despiertos”.
Dicha incitación, casi
mágica, ha sido utilizada por numerosos hombres de literatura, cineastas,
músicos, y todo tipo de artistas a fin de “despertar” su sensible creatividad.
Sueños dormidos, sueños
lúcidos, alucinaciones, viajes mentales, inducciones con químicos o con
productos naturales, y muchas otras variables han sido atravesadas desde le
fondo de los tiempos para conocer algo más del “más allá”. Ese interés mórbido
sobre experiencias buscadas y temidas al mismo tiempo, fueron en muchos casos
las musas de magníficos artistas de todas las áreas de la cultura, como Van
Gogh, Poe, Baudelaire, Chopin, Liszt, Rachmaninov, Morrison, Lovecraft, Scott,
Bowie, Le Fanu, Van Eyck.… y cientos más que abrevaron en las aguas fantasmales
de lo onírico para dar a luz muchas de sus magnificas creaciones góticas.
Artistas, políticos,
científicos, filósofos, psicólogos... hombres de todos los días…han tenido y
seguirán teniendo una expectativa sobre la interpretación de esos mensajes
metafísicos.
Como dije, uno de los temas
más utilizados en la cuestión gótica, han sido y serán los sueños y su órbita
tremendamente hipnótica y seductora. La lucha entre “la gran bestia” y el
"mesías mundano” que todos llevamos dentro ha sido permanentemente uno de
los territorios tabúes que, más allá de cualquier orientación psicológica,
filosófica, y/o religiosa, ha trazado un invariable paralelo entre la
veneración profana y la espiritualidad más ortodoxa, en medio de un mundo que
se debate, día a día, entre la sombra del ángel y el ángel mismo. Un mundo que
parece derrumbarse frente a la tormenta de “hechizos” sexuales, polvo blanco,
humo y alcohol.
Mundo, que según los
críticos mas severos, se hace más tenebroso y temible y que “opera en el
lado equivocado del cerebro”…, como si el ADN de la humanidad estuviera
ineluctablemente condenado a ocupar la tumba de un suicida.
©® y RNPI de Susana Inés
Nicolini